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Estoy de vuelta

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Hola Cor,

Creí que contigo se había ido mi inspiración, la última vez que escribí en mi blog fue poco después de que te fueras y al parecer todo conspiró para que dejara de escribir, porque además de que no había inspiración, perdí el servidor del blog, se llenó de comentarios virulientos y lo tuve que cerrar. Después me enteré que estaba embarazada y hasta pensé en abrir un blog de embarazo, no lo entendía hasta ahora, pero mi mente y mi corazón estaban en otro lado, no era momento de escribir.

Hace unas semanas decidí retomarlo, la necesidad de escribir y compartir se hacían cada vez más fuertes, así que David me ayudó a recuperar todo, y hasta quedó más padre que antes. Así es que hoy puse Sigur Ros (esa música me inspira) y aproveché que Beni está en su siesta, me serví un té caliente y volví a escribir.

Volver a leer y subir al blog todas las publicaciones que escribí desde que me fui a la India hace casi 3 años, me hicieron darme cuenta que soy completamente otra persona a la que escribía en ese entonces. Parecía sentirme muy madura, muy experimentada, creía saberlo prácticamente todo, y no sabía en ese entonces que me faltaba por vivir la sacudida más fuerte de mi vida; en menos de 3 meses me cambió todo, tuve que enfrentar el ver irte disminuyendo en una cama, entubado, con tus preciosos ojitos cerrados, el ver sufrir a mi mamá como nunca la había visto y lo peor de todo, despedirme de ti sin poder escuchar tu adiós. Ay Cor, cómo te he llorado, ¿te acuerdas que de chiquita te decía que creía que yo no lloraba con sentimiento porque no me salían lágrimas? pues ahora si que lloré con sentimiento, porque llené pañuelos enteros, me di cuenta de cómo podía exprimirse todo mi dolor a través de los ojos. Te lloré y te seguí llorando, esperaba que volvieras, esa es la verdad, como pasa en algunas películas, que todo fuera un error, te imaginaba todavía en el hospital, estaba dispuesta a volver a experimentar la terrible sensación de estar en ese hospital con tal de verte y darte besos, limpiarte las heridas y cuidarte, me arrepentí de las veces que me quejé por tener que cuidarte en la noche, me arrepentí de odiar verte enfermo, por momentos preferí verte enfermo que no verte, fue horrible, mi mente se volvió loca, me perdí.

Pero me mandaste un regalo, porque no puedo verlo de otra forma. Poco más de un mes después, el 29 de enero, el día de mi cumpleaños, supe que Beni estaba en camino, volví a llorar (en estos 2 años he llorado más que en toda mi vida junta) y mi mente se calmó, y mi alma descansó, no porque esa noticia tapara el dolor, sino porque entendí, entendí un poquito más la vida, entendí que tenías que irte para que dejara de ser un poquito menos hija y convertirme más en mujer, en mamá. Entendí que los regalos no vienen siempre envueltos en papel brillante y moños preciosos, entendí que los regalos también vienen envueltos en pañuelos mojados de lágrimas y que esos son los que se disfrutan más. Como con todos tus demás regalos, no me refiero a los de cumpleaños ni Navidad, me quedé callada, vi el mail de la ginecóloga y me quedé recibiendo el mensaje, no se lo dije a nadie, lloré, reí, fui a buscar una de tus cartas en la caja que me dejaste, y supe con completa certeza que esto era algo mágico, que estaba siendo bendecida, me sentí amada por Dios, por el Universo, por esa energía mágica que no podemos entender, respondí muchas de mis dudas y todo cambió.

Los 9 meses de embarazó lloré diario, tenía miedo que Beni naciera deprimido (jaja que tonta) pero luego entendí que Beni había llegado también para acompañarme en mi tristeza y que yo podía enseñarle desde la panza el amor incondicional, la tristeza consciente que puede sentirse y a vivir la vida plenamente entre el dolor y la felicidad máxima, porque la vida es así, un completo equilibrio.

Si me vieras ahora, sé que me ves, o eso me imagino. Soy mamá de un bebito hermoso que no ha hecho nada más que llenarnos de ternura y amor, está guapísimo ¿no? Me despierto más temprano que nunca, me dedico a él, trabajo en Project (este es un tema de otra carta) voy al super -para que te miento, la verdad lo pido por Internet- medito, planeo mis clases, veo a Mamá que por cierto está muy guapa y mejorada, disfruto a David, me río, pienso en ti, te escribo. Soy la misma pildorita tuya pero revolucionada. Pensé que tu partida me iba a cambiar para mal, pero al contrario, ahora tengo una perspectiva diferente de la vida, me siento con los pies más en la tierra y el corazón más elevado, amo más, disfruto más, lloro por todo pero me dejo caer menos fácil, porque ya se lo que es sufrir de verdad, entonces lo demás problemas ya no me parecen tan graves, ese es otro regalo que me dejaste.

Eso si, no dejo de extrañarte, pero ahora entiendo lo que me decían en el velorio; ahora vives en mi, a través de mi y ahora de Beni, y pienso seguir llevando todo lo que me enseñaste a cada persona con la que contacto.

Te amo para siempre, feliz día del padre, feliz día a mi porque tuve sin duda, al mejor papá del mundo y mientras te siga pensando, lo sigo teniendo.

Tu pildorita.


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